Exclamamos “¡Buenos días planeta!” y la soledad desapareció

Arrancar una risa no es tarea fácil, lo sé porque lo he probado. Sigo soñando con ser payaso. En cambio tengo un don especial para abrir sonrisas aunque, la verdad, no sé aún bien cómo lo hago; simplemente sucede. Es más, creo que es un elemento imprescindible para quien quiera crear un nueva forma de ver la vida. Sonrisas para un nuevo paradigma, diría yo. Hace unos años decidí tomar las riendas de este aspecto de mi vida (va más allá de mi carácter) y empecé a llevar la provocación de la sonrisa a todas partes: a mis clases, a mis puestas en escena, a mis narraciones en privado y en público. La sonrisa es el ombligo de la narrativa con delicadeza. En la medida en que fui abriendo camino en mi existencia a la media luna del rostro se fueron transformando mis relaciones.

La sonrisa, junto al bostezo, es un gesto contagioso. En cada sonrisa que arranco se produce una reacción en cadena, del mismo modo que la contagié, esa persona hará brotar una nueva en otro ser, desconocido.

He visto bostezar a chimpancés, sin embargo, aún no he distinguido la sonrisa en el rostro de un animal. Una sonrisa no quiere ser una carcajada, expresa una emoción difícil de definir: es una alegría dulce que no llega a risa, una satisfacción que no alcanza la saciedad, una complicidad íntima con la existencia, una semilla tierna, una luz que se enciende…

Una sonrisa es una mecha tierna y contagiosa

El sábado pasado acudí al II Foro de Mujeres Que Marcan dispuesta a ampliar la experiencia. Este año compartía el escenario con una experta en comunicación con impacto, Aurora Michavila, Las mujeres que organizan el evento (Coco, María, Maria José, Merirous, Mónica y Pilar) me habían hablado de ella, conocía su talento, no sabía que, además, sería una magnífica compañera y cómplice, ni que tenía una sensibilidad muy especial. Fue ella, en realidad, la primera en sonreírme. Y, como ya he sugerido, una sonrisa es una mecha tierna y contagiosa. Mi papel consistía en abrir y cerrar el evento, fundamentalmente. Ella presentaría las mesas y daría voz a las preguntas que el público hacía llegar a través de las redes (por cierto, el foro fue trending topic en twitter).

Sabía que quería compartir con las personas asistentes una emoción vivificante, digamos que era “mi regalo” para quienes se habían trasladado hasta allí y  madrugaban en sábado. Sabía, que aún llevaban prendidos en sus pituitarias el olor a lecho tibio y en las pestañas el retazo de un sueño, así que decidí reescribir el principio de la mayoría de nuestras jornadas poniendo en valor el término “buenos días”. Con este deseo claro en la cabeza tomé mi varita/flor, plisé mi tutú rojo y negro y me dispuse a abrir mi corazón a la alegría, porque así comienzan las sonrisas duraderas, ampliando el pecho.

Una vez en el anfiteatro del Palacio de Congresos de Palma empecé a dibujar en el aire palabras hermosas, porque ampliar el pecho significa, físicamente, tomar aire profundamente y expirarlo con suavidad. En mi etapa náutica he aprendido a inspirar y expirar al ritmo de las olas y aseguro que es oxigenante. Inspiramos aire, expiramos aire, es decir, introducimos aire en nuestro organismo y lo expulsamos después de que nos haya nutrido. Se me ocurrió que si dibujaba palabras hermosas, todo el mundo iba a alimentarse. ¡Tan sencillo como preparar un desayuno invisible para todos/as!.

Narrar con delicadeza para crear un nuevo paradigma

Y así, sonriendo, dibujando palabras hermosas con mi varita/flor y haciendo que el mundo inspirara y expirara, compartí un truqui personal capaz de eliminar la soledad en el planeta. Les invité a cerrar los ojos. Sí, ahora que habían logrado abrirlos, después de la ducha y el café, volvía a tentarles con el mundo que se esconde tras los párpados. ¡Ole ahí, corriendo riesgos!.

El caso es que les invité a imaginar cada palabra que pronunciaba: a las aves, las flores, los árboles, el viento en las hojas, los ríos, los animales más queridos, las personas con las que compartimos la aventura de vivir… todos los seres vivos con los que habitamos este mundo… los miles de lazos creados, invisibles y preciosos, los reconocidos y los ignorados… formamos parte, nos acompañan y acompañamos a la flor en su crecimiento, al vuelo de las aves, a la sombra de las encinas… es imposible hablar de soledad cuando una sabe que forma parte de la trama de la vida.

¡¡¡Tachaaaaaaan!!!

Y una vez percibida esta emoción, a la de tres, lanzamos al aire ¡Buenos días planeta!

Y os aseguro que los rostros que miré, resplandecían.

Estoy muy agradecida a las personas que han hecho que este II Foro sea posible por permitirme vivir esta experiencia, desde las entidades organizadoras al público asistente.

Muchas gracias, preciosos seres de este plantea.

P.D. Me encanta que el lema de este encuentro sea “Mujeres para un nuevo paradigma”, porque de eso se trata, de crear una nueva forma de percibir la realidad. O quizás una forma ancestral. O quizá sea cierto que el tiempo, en ciertas dimensiones, no existe.