Relatos inhabitables: Utopías, distopías, bulos y noticias interesadas

Nueva entrega en la ventana dedicada a la Narrativa Regenerativa que comparto cada quince días en la revista Ecohabitar. En esta ocasión ofrezco técnicas para evitar que nuestros relatos se conviertan en un bulo, en un relato distópico o se pierdan entre utopías.
«En estos días se multiplican los relatos de alarma ante un futuro distópico creado por oscuros intereses. Conviven junto a sus opuestos, esos que dibujan un despertar colectivo que facilitará un mundo más amable, humano y sostenible.

Apocalipsis o Paraíso, Distopia o Utopia, Mal lugar o No lugar, esta disyuntiva tiñe las historias que nos intercambiamos en este extraño umbral: Ni lo de antes, ni lo de ahora, nos toca dar un salto en el vacío. En esta situación nuestras narraciones ayudan a dar sentido, esa es su función. Se multiplican las que más encajan con la forma en la que hemos aprendido de ver el mundo. Los anuncios de familias blancas, felices, con abuelas, novios, bebés, mascotas y neveras llenas son capaces de sostener hoy cualquier producto. El espejo nos rechina y al mismo tiempo nos dopa. Junto a ellos se multiplican los relatos que nos asustan lo suficiente como para hacernos el muerto, quedarnos quietos, no tener que hacer nada más que respirar o, quizás, lanzarnos al carpe diem.

Aquí hay algo que no encaja

Mientras digerimos unos y otros, nos envuelve la sospecha de que “aquí hay algo que no encaja”. ¿Cuál es la pieza? ¿Quién la esconde? ¿A quién o quienes les interesa mantenernos falsamente felices o falsamente asustados? ¿Qué es lo que no encaja? Las cifras existen pero no nos representan, nos ayudan a asimilar mentalmente lo que sucede a nuestro alrededor y sin embargo no logramos vernos en ese espejo. Todas las certezas se han vuelto relativas. No extraña que se multipliquen las explicaciones con apariencia de secreto desvelado. Los bulos se ofrecen como revelación mientras los datos que nos ofrecen las fuentes oficiales se debilitan, re-interpretadas mil y una veces.

Quizá este sea un buen momento para recordar qué significa investigar y qué implica un análisis, dos manifestaciones de ese espíritu crítico que necesitamos para no asumir utopías, distopías, bulos y noticias interesadas como retratos de esa realidad que no logramos entender. Mi trayectoria personal y laboral me ha obligado a investigar y analizar los sucesos humanos de manera consciente, así que me limitaré a compartir aquello que he aprendido.

Durante los años en los que llevé a cabo documentales de investigación me pregunté por la naturaleza de mi trabajo. Transcurrían los primeros años 90, nadie nos había enseñado a hacer documentales y menos de investigación. Los únicos referentes a los que podía acudir, al margen de mi intuición, era asumir las estrategias de los/as periodistas y cineastas que habían logrado burlar la censura de la dictadura, revisar las técnicas de investigación científicas y las de los profesionales capaces de transitar por los laberintos administrativos y jurídicos sin perderse. El elemento en común que les unía era que trabajaban con lo secreto, lo desconocido, lo oculto, lo críptico… diferentes aspectos de mi trabajo: descubrir los entresijos de quienes manejan el poder a espalda de la luz pública.

1. Tomar conciencia de la pregunta que sostiene el relato.

Lo primero que comprendí es que cualquiera de aquellas/os profesionales partían de una pregunta que les permitía eliminar una parte de los sucesos/hechos/acontecimientos de la realidad para centrarse en aquellos que iluminaba su pregunta. De este modo la realidad se hacía abarcable. La pregunta determinaría la respuesta. Si era imprecisa el resultado también sería impreciso.

2. Establecer un vínculo con la realidad narrada

Además, tomaban contacto con el suceso que indagaban. Ninguno trabajaba “de oídas”.  Acudían al lugar de los hechos e interactuaban con sus habitantes, porque los matices son los que iluminan la verdad, dejan rastros y no sólo documentos. Experimentar la realidad por la que nos preguntamos nos saca de nuestros prejuicios y monólogos y permite que aparezcan nuevos interrogantes: ¿Cómo es posible que aquello que tantas personas viven y que podemos atestiguar permanezca oculto?. No se trata sólo de buscar al responsable de que el asunto no salga a la luz sino entender quiénes sostienen el secreto, por qué no ofrecen resistencia, qué ganan siendo cómplices con la simple pasividad.

3. Comprender el alma humana

Los humanos somos seres complejos. La respuesta, por ejemplo, de que alguien calla una injusticia porque gana dinero puede ser cierta, pero es demasiado plana. ¿Por dinero? ¿Para qué quiere ese dinero? ¿De qué manera lo usa? ¿Hasta qué punto aquel era un secreto a voces? ¿Quienes contribuían a mantenerlo vivo? ¿Quienes desean que este secreto se desvele? ¿Qué ganan con ello? Se trata de entender el alma humana.

No podremos descubrir un entramado de intereses si no somos capaces de preguntarnos por qué los seres humanos callamos, miramos para otro lado o negamos la realidad. A veces la sociedad no está preparada para asumir el desvelamiento de una realidad dolorosa aunque muchos de sus miembros sí lo estén.

4. Afinar tu método de investigación

Para no considerar reales los relatos que son sólo proyecciones de nuestros miedos o deseos es también bueno tener en cuenta estos otros factores:»

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