Siguiendo los pasos del amor A.G. dejó su ciudad natal, Cali (Colombia) hace 11 años y alcanzó Mallorca. En su equipaje llevaba su experiencia de crear, desarrollar y gestionar iniciativas comunitarias, un saber que había arraigado en su ser desde la infancia y que pensaba que carecería de utilidad en esta isla de Europa. “En mi país es casi espontáneo esto de sentarse a pensar en lo común. Lo hacemos porque el papel del Estado es históricamente precario. Resulta imprescindible hacerlo, sobrevivimos en comunidad. Pronto descubrí que aquí no todo estaba resuelto, también había seres expulsados, personas que se quedaban fuera del circuito”.
Encontró su lugar en Cáritas. “Es evidente que es la opción social de la iglesia católica, sin embargo ninguna de las personas que acudimos a ella, ya sea como responsables o como demandantes de apoyo, es cuestionada por sus creencias. No hay objetivos de evangelización, simplemente actúan donde la Administración no llega, para favorecer la integración, promover la animación comunitaria, proveer de alimentos, cubrir las necesidades básicas de las personas que solicitan su apoyo, buscar ayudas económicas… Su apoyo no sólo es el de ofrecer recursos sino el relacional, entrar en contacto, estar allí donde las normas administrativas no llegan”.
Vivir en coherencia
Cuando los valores de la entidad en la que trabajas están en armonía con los que valores te constituyen, es más fácil vivir en coherencia, sin embargo siempre están esas fisuras propias de nuestra condición de humanos. En ocasiones esa implicación, esa voluntad de crear lazos entre los miembros de la comunidad, resulta más fácil llevarla a cabo fuera de casa que dentro. Puede sonar paradójico pero “cuando te implicas por razones familiares, por ejemplo, es más difícil practicar el desapego, pues estos vínculos te afectan en lo más íntimo. Sin embargo, no me castigo por no alcanzar la coherencia absoluta, simplemente trato de escuchar a quienes se acercan a mí”.
Aún así, alimentar el espíritu comunitario se convirtió aquí en un reto. “Por ejemplo, en mi barrio, ubicado en el centro, es mucho más complicado hacer comunidad que en Can Redó/Corea, mi área de responsabilidad en Cáritas, porque allí se hace vida de calle, los vínculos de la vecindad son fuertes y cotidianos. Existe una sensación de pertenencia al grupo. Comparto, aprendo y todo lo que allí vivo intento practicarlo en el entorno en el que habito”, cuyos escasos residentes se ven devorados por los intereses comerciales. Su forma de sostener la vida en su barrio es conociendo de cerca los saberes y las formas de vida de sus vecinas y creando redes a su alrededor: da a conocer a aquella que corta el pelo en casa, promueve a la que sabe preparar ricos platos, busca ayuda para la que no se atreve a expresar que pasa hambre…
Los nuevos rostros del hambre
Durante la pandemia su capacidad para crear espíritu comunitario tuvo que multiplicarse. A los rostros de la vulnerabilidad habituales en Caritas se sumaron nuevos perfiles: personas que nunca habían demandado ayuda. “La pobreza les llamó a la puerta por vez primera en su vida y no saben cómo obrar, no sólo ante la necesidad sino ante el miedo a la crisis económica”. El aislamiento forzado generó mucha soledad no deseada. “Hay mucha gente mayor que vive sola y de golpe se convirtió en población de riesgo, lo que les ha expulsado aún más de la vida”. A medida que pasaban los días, a A.G. se le hacía más imprescindible el acuerpamiento, verles las caras, atender el lenguaje del cuerpo para poder atenderles de manera precisa, “aunque no pudiera tocarles, al menos comprobar cómo estaban”, por eso se incorporó al reparto de alimentos. Y allí continúa, abierta a lo que pueda venir.
Cuando le preguntas por el umbral que le gustaría atravesar responde sin pensárselo dos veces: “El del individualismo, hacia el bien común”.
….
Si quisieras mostrar tu gratitud a alguna entidad, iniciativa, plataforma, asociación… situada en Mallorca por su forma de cuidar el bien común, asómate a la página en facebook La mar de abrazos. Punto de Encuentro.. Allí podrás plantear dónde te gustaría sembrar una flor de gratitud y por qué.
Esta iniciativa contribuye a transformar nuestra imagen del mundo. El planeta necesita ser contado de manera saludable. Cultivemos el relato de ese futuro en el que queremos habitar.
#LaMarDeAbrazos
#MallorcaEnElJardín
#Gratitud