“He aprendido que aquí a las personas les da vergüenza contar su situación de precariedad. Les digo que no es un problema personal, que es un problema de la sociedad, que no lo asuman como un fallo o desde la culpa sino como la manifestación de un sistema injusto, un derecho conculcado. Sin embargo hay un momento en el que les llega el desánimo y dejan de luchar, se apartan y se entregan a lo que en el fondo creen que es su destino. Cuando vienes de un país, como Uruguay, en el que no hemos estado muy arropados por las instituciones y por eso hemos tenido que crearnos como comunidad desde el apoyo mutuo, esa vergüenza y ese abandono de los propios derechos resulta sorprendente”
E.R. se involucró en frenar los desahucios ajenos casi por impulso, o por un sentido tan arraigado de la justicia que le pareció inevitable apoyar con su presencia a una familia que peleaba por tener un techo y no vivir en la calle. “Había que echar una mano, yo no tenía ni tengo ese problema, afortunadamente, pero entendí que mi apoyo era importante. No entiendo que los que tienen esta problemática no se acerquen a la plataforma Stop Desahucios, allí encontrarían apoyo, información, estrategias… no se sentirían tan abandonados, descubrirían hasta qué punto nos apoyamos mutuamente y no sólo a las personas a las que defendemos de forma pacífica”.
El peso del «miedo a verte en esa situación»
Quizás sea el miedo. “Ante un desahucio todos tenemos miedo, miedo a verte en esa situación”. Quizás si hablara el miedo podría entenderse esa apatía que E.R. no termina de comprender del todo, porque las personas que participan en parar un desahucio no sienten miedo, “porque sabemos que siempre vamos a recurrir al diálogo, no a la violencia”. Lo más difícil de sostener no es el día del desahucio sino el tiempo en el que intentas resolver el conflicto, porque aunque sea ajeno te afecta hasta el punto de llevártelo a la cama. “Cada cosa la asocias con la plataforma”, sin embargo compensa. Defender con la presencia un derecho, negociar en nombre de la persona afectada, interponerte con tu cuerpo (que es lo único que realmente tienes) ante una injusticia, conseguir a través de la negociación que la familia gane el tiempo suficiente como para que encuentre una solución… te cambia el paso para siempre.
E.R. no se cansa de decir en alto que no se puede normalizar una situación injusta: “Lo que no puede ser que los alquileres sean tan altos, tan abusivos, cuando el salario mínimo es tan bajo. Los propietarios están recurriendo al alquiler vacacional. Saben que van a acoger mucho dinero a través del turismo. Esto es un problema grave, porque los habitantes de la isla necesitan vivir en algún sitio. Y ahora están con esta nueva crisis, el problema se multiplica”. Por eso no deja de apoyar esta iniciativa, unas veces de manera más activa que otras, dependiendo de su jornada laboral. “Es que mi palabra es la justicia, me acuesto tranquila cuando sé que no he estado mirando la tele toda la tarde sino que he luchado contra una situación injusta. No siempre las cosas salen bien, pero con conseguir un éxito ya me recompensa. Y desde este lugar lo que creas son unos lazos muy especiales con el resto de quienes te han acompañado en esa defensa colectiva”.
El inagotable y conmovedor compromiso de los pensionistas
Con esta mirada ante el mundo no extraña que haya querido sembrar una flor de gratitud en la sede de la Coordinadora de Mallorca en defensa del sistema Públic de Pensions. “Admiro su valentía y su compromiso. Son cuatro gatos, la mayoría ya cumplió los 80, algunos tienen a sus esposas con alzhéimer, otros están enfermos, o van muriendo, sin embargo siguen ahí, defendiendo las pensiones. sin bajar la guardia, siguen peleando para que no las congelen, para que las mujeres cobren a la par que los hombres, para que las empleadas del hogar también tengan ese derecho… No sé si cuando tenga esa edad tendré esa energía pero no olvido, no debemos olvidar que todos vamos a ser pensionistas en algún momento, no deberíamos dejarles solos, todos tendríamos que salir a defender unas pensiones dignas. Ah, pero claro, preferimos irnos a la playa, a tomar unas cañas… Estamos como estamos, porque somos individualistas. Hemos olvidado que hay tiempo para todo”.
“Deseo alejarme, dejar atrás a la gente que sólo vive para consumir, me hacen daño, no termino de entenderles y en ocasiones forman parte de mi círculo afectivo más cercano, pero es que yo creo que no sólo se puede sino que es necesario vivir con menos. Consumo Cero, ese es mi lema, el planeta nos lo está pidiendo. Quisiera cruzar el umbral que nos llevara a potenciar el uso del transporte público, a olvidarnos de tantas posesiones, a limitar nuestros viajes, a disfrutar del lugar en el que vivimos… Ah, y a una cosa muy concreta: que existiera un sindicato de inquilinos en Mallorca en el que se pudiera contar con abogados, que pudiera ir a los plenos del ayuntamiento, a negociar con el Consell, etc.”
Si quieres sumarte al jardín…
Si quisieras mostrar tu gratitud a alguna entidad, iniciativa, plataforma, asociación… situada en Mallorca por su forma de cuidar el bien común, asómate a la página en facebook La mar de abrazos. Punto de Encuentro. Allí podrás plantear dónde te gustaría sembrar una flor de gratitud y por qué.
Esta iniciativa contribuye a transformar nuestra imagen del mundo. El planeta necesita ser contado de manera saludable. Cultivemos el relato de ese futuro en el que queremos habitar.
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#MallorcaEnElJardín
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