¿Uno nace clown o se hace? ¿O es la profesión la que tiñe cada gesto, como es en este caso, de la capacidad de hacer reír? P.B. tiene este don, o quizá ese conocimiento, o la experiencia acumulada en el teatro o quizá sea simplemente que le han contagiado la anomalía, porque pasa muchas horas rodeado de narices rojas.
P.B. forma parte de un equipo formado por 21 artistas que trabajan en un escenario muy especial: una habitación en un hospital. En este escenario no hay butacas, sino camas, su público suele recibirle en pijama y las representaciones son tan cercanas que hasta pueden tocarse. Hacer reír en las distancias cortas, en las situaciones más frágiles, cuando hay más sed de ternura y el miedo o el dolor parecen estar esperando su turno en la puerta ¿no es un don? ¿o es magia? ¿O es el resultado de mezclar la empatía y el amor con el conocimiento artístico?
El grupo de los 21
En esta isla hay 21 personas que trabajan codo a codo con el personal sanitario para acompañar emocionalmente a los niños y niñas que están hospitalizados. “Al quedar internados se les saca completamente de su rutina, de su vida, de todo lo que pueden hacer normalmente, principalmente jugar, que es algo necesario para su desarrollo cognitivo. Quedan irremediablemente excluidos socialmente. Nuestro trabajo es difuminar esta brecha, intentar estrecharla, para que para ellos su paso por el hospital solo sea un trámite médico, pero que emocionalmente no les cause ningún trauma sino al contrario, que la recuerden con buenos ojos”.
Sanan. Sí. Esas 21 payasos y payasas, encabezados desde hace dos años por P.B. y J.V, demuestran que la cultura y el arte tienen un innegable valor terapéutico que mejora la calidad de vida tanto de los pacientes como de sus acompañantes. “Lo comprobamos cada minuto en el hospital. Nos lo cuentan constantemente el personal sanitario, los familiares y también los niños y niñas”. El equipo tiene un nombre. Sonrisa Médica www.sonrisamedica.org. Cuando empezaron a repartir sonrisas por los hospitales de Mallorca (en 1994) apenas existían estudios científicos que demostraran que la sonrisa sube las endorfinas, que hacer reír mejora la calidad de vida… eran los primeros que daban ese paso en España, la segunda iniciativa de este tipo en Europa, una de las cinco primeras en todo el mundo. El tiempo ha venido a demostrar que no estaban locas ni locos. Ahora hay hospitales en ciertos puntos del mundo que aceptan a las payasas y payasos como personal sanitario, un horizonte hacia el que desea encaminarse P.B. “Mi ideal sería que formaran parte de la seguridad social, como cualquier otro trabajador en el hospital”
La cultura no sólo forma parte increíble de la educación sino también de la sanidad.
“Llevo dos años y todavía estoy alucinando del valor terapéutico de la cultura. Afirmo que el arte cura en la crisis sanitaria y en la crisis económica, que la cultura no sólo forma parte increíble de la educación sino también de la sanidad. Ahora nos estamos dando cuenta a nivel planetario que el arte forma parte de esa sociedad de los cuidados en la que nos gustaría vivir. Saber que estamos contribuyendo a que esto sea posible me produce una íntima satisfacción”.
Este convencimiento va arraigando cotidianamente en la vida de P.B. hasta convertirse en parte de su identidad. De este modo vuelve a aparecer la primera pregunta con un ligero matiz ¿El clown nace o se hace? ¿O es que cuando el arte se une con el compromiso, cada gesto se vuelve curativo? ¿En qué lugar se sitúa el arte de hacer reír?
“Tengo presente la sonrisa médica en mi vida cotidiana, es muy absorbente, demandante, me afecta y me encanta que me afecte”. Por todo ello siembra su flor de gratitud en la sede de la Sonrisa Médica. “Tengo la fortuna de poder vivir plenamente mis convicciones, lo hago porque quiero que forma parte de mi vida. Lo busco, lo he buscado. Me llevo tanto tanto tanto tanto de esto, me parece tan enriquecedor, tan bonito, tan agradecido, que casi diría que es un acto egoísta. La clave está en encontrar el equilibrio, no quemarnos, porque me podría hundir en la actividad, en la búsqueda de recursos, en la atención exquisita a la demanda, en la creación de obras… que todo el equipo, no sólo yo, correríamos el peligro de ahogarnos en tanta intensidad. Se trata de utilizar los recursos que tenemos sin forzar la máquina”.
Cultura y cuidados van juntos
P.B. está tan abierto a los cambios en su vida personal que hace de los límites un paraíso de saltos, cabriolas, volteretas y crecimiento, pero si tuviera que reparar en uno para disponerse da dar el salto situaría sus pies en un umbral que busca el bien común: aquel que permitiera que los trabajadores del teatro dejaran de ser vistos como faranduleros para ser considerados trabajadores esenciales. “Porque cultura y cuidados van juntos”.
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