Existe en este planeta un tipo de personas que se empeñan en hacernos creer que vivimos en un mundo escaso, en él no hay espacio ni bienes para todos, y convierten la abundancia en un privilegio al que sólo los elegidos pueden acceder. A base de repetirlo, utilizando todos los medios necesarios para que sus privilegios se multipliquen y fortalezcan, logran que esta forma de entender la existencia se convierta en un paradigma caduco y, aún así, capaz de sostener un modo de vida tóxico. Pero basta con que un grupo de personas se organicen, compartan y promuevan lo que valoran para que la abundancia se multiplique. La abundancia es intrínsecamente diversa, esa es su gracia, esa es su condición vital, no entiende de monocultivos, de discursos únicos ni de élites. La abundancia nace del cuidado y es rebelde. De eso y mas sabe L. y las personas de las que se rodea.
Sucedió en Sencelles. Un puñado de jóvenes comenzaron a compartir “productos ricos, hechos de aquí o muy cerquita y a precios asequibles. Miel, aceite, hortalizas y verduras ecológicas, productos elaborados con mucho amor, con muchas ganas, y con una filosofía que no sólo busca el beneficio económico sino el bien hacer” y la realidad empezó a cambiar. Hasta tal punto que Sencelles cuenta hoy con un mercado ecológico.
¿Cómo ocurrió?
De una manera simple (con toda la complejidad que implica actuar con sencillez): autoorganizándose con cuidado y transparencia. «Cada producto está vinculado con una persona responsable que, de manera voluntaria, se encarga de hacer un listado con los pedidos y llevar el producto al local. Si un nuevo miembro quiere incorporar un producto nuevo deberá asumir esa responsabilidad. Se turnan para mantener limpio el local… En este grupo no se exige nada a nadie, no hace falta, se dicen las cosas que son necesarias y siempre aparecen personas voluntarias. Es cierto que hay quienes se apuntan más que otras, pero todas participan comprando y eso ayuda al productor”
En poco tiempo el grupo de consumo se convirtió en red. Los habitantes de los pueblos del Pla de Mallorca empezaron a sumarse. “Se está creando una red de apoyo mutuo. Nos conocemos, tenemos muchas inquietudes similares. Por supuesto que hablamos de distribución de productos y, por tanto, de dinero, pero sin darnos cuenta estamos generando mucho más”: una forma de autoorganizarse que promueve el compromiso y el trabajo en comunidad, lo que pone en valor los vínculos. “Ahora somos un montón de gente.
Llevando la contraria a la lógica de la competencia, los productores comparten su saber y no sólo sus bienes, para que sus vecinas y vecinos, al aprender, mantengan vivo ese conocimiento. Por ejemplo, los talleres de fermentos y alimentos vivos, una de las formas tradicionales de conservar alimentos más extendidas y utilizadas por la humanidad.
Lo sencillo es un motor muy potente
L. insiste que en realidad lo que hacen es «sencillamente, cubrir con generosidad y de forma consciente las necesidades básicas como la comida o el mantenimiento del hogar». Pues bien, será sencillo pero desde luego resulta ser un motor muy potente. De hecho, en torno al grupo de autoconsumo han nacido otras iniciativas como el ropero virtual, que promueve el intercambio de ropa y muebles, o el banco de tiempo, que permite dar nuevas soluciones a trabajos normalmente mal pagados y que en muchas ocasiones están relacionados con el cuidado. “Han nacido propuestas muy diversas, nos hemos juntado para hacer jabón y regalárselo a las personas necesitadas de la comunidad, por ejemplo. Es una pasada. Conoces gente maravillosa con las que puedes compartir iniciativas muy diversas y no te sientes para nada solo en estos pensamientos y forma de ver la vida que tantas veces nos han vendido como excéntricas”.
Su poder generador ha hecho que las autoridades municipales se hayan puesto en línea con sus inquietudes. “El punt verd mejoró muchísimo, por ejemplo, y ahora estamos negociando que Sencelles tenga una plaza, sin coches, donde podamos encontrarnos los vecinos”.
Una manera nutritiva de usar tu tiempo: el Banc de temps i grup de consum de Sencelles
“Sí, es cierto, la ecología exige tiempo, ¡pero no me digas que no es una manera nutritiva de usar tu tiempo! A mí me encanta, de hecho me gustaría tener más tiempo para dedicarlo a esto”, sostiene L. “Estamos demostrando que se puede hacer, que es posible cuidar la labor artesanal, la agricultura local, la salud y el medioambiente con unos precios muy alejados de los que se suelen ofrecer en las grandes superficies. Los productos locales de Mallorca son carísimos, más caros que lo que viene de fuera”, y esto se debe a un modelo económico que se lucra haciendo inaccesibles unos alimentos y no otros.
Por todo ello, es evidente que en esta ocasión la flor de gratitud crece en el local en el que el Banc de temps i grup de consum de Sencelles se ofrece como punto de encuentro. Su propia existencia define el umbral que L. y sus compañeras/os quieren cruzar, aquel que permita “regresar a la manera en la que compraban nuestros antepasados. Queremos adquirir alimentos y cosas necesarias hechas por personas cercanas, de nuestro entorno. De esta manera, crear comunidad, preservar la cultura y los derechos hacia un comercio justo en todos los sentidos, y preservar la manera de hacer de un lugar con los recursos que ofrece ese lugar. Queremos dejar atrás la frialdad y la lejanía, el envasado, procesado, la falta de respeto hacia las y los creadores de productos, y, una vez más, crear salud, para las personas, para todos los seres”.
Tú también puedes sembrar
Si quisieras mostrar tu gratitud a alguna entidad, iniciativa, plataforma, asociación… situada en Mallorca por su forma de cuidar el bien común, asómate a la página en facebook La mar de abrazos. Punto de Encuentro. Allí podrás plantear dónde te gustaría sembrar una flor de gratitud y por qué.
Esta iniciativa contribuye a transformar nuestra imagen del mundo. El planeta necesita ser contado de manera saludable. Cultivemos el relato de ese futuro en el que queremos habitar.
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