“Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa”. Esta frase tan conocida en ciertos círculos feministas partió de la boca de la anarquista Emma Goldman hace mas de un siglo, el tiempo fue moldeándola hasta adquirir esta rotundidad. Lo que aquella mujer quería reivindicar era que si la alegría de vivir no formaba parte de la revolución, no llevaría a un cambio verdadero. Siglo y medio después de aquella afirmación, en un pueblo de Mallorca, Alaró, un puñado de mujeres cambiaron el orden de estos factores sin que que se modificara esencialmente el producto: ellas bailaron y con la danza llegó la revolución. P.F. era una de ellas:
“Nos conocimos bailando, con V.U. y la danza africana. Nos habíamos visto en los coles, en grupos de madres, de vista… y empezamos a bailar. Al danzar rompes los hábitos, sales de la ruta habitual. Al tiempo que creas otro vínculo con el cuerpo modificas tu relación con las demás personas, con la vida. Yo me dí cuenta, por ejemplo, que mi ruta habitual era bastante previsible y me dije “no quiero esta dinámica de vida”. No fui la única, el baile consiguió que cambiáramos la dinámica. El caso es que un día empezamos a bailar. Después de clase nos quedamos a tomar una cerveza y hablamos. Nos habíamos propuesto hacer una actuación pero se nos ocurrió dar un paso más ¿por qué no hacíamos un festival de danza en toda regla?. Somos buenas y estábamos haciendo cosas muy interesantes. El caso es que la idea cuajó, y mientras que cuajaba seguimos hablando.”
Las comadres son «puerto seguro», así es la sororidad
Y así nació lo que hoy se conoce como Dones en Dansa una asociación de mujeres con sede en Alaró en la que bailar ya es sólo un guiño. “En poco tiempo y sin darnos cuenta cambiamos las sinergias del pueblo. Algunas de nosotras logramos comunicarnos con mucha gente capaz de romper con las dinámicas que se suelen crear en los lugares pequeños. Creo que lo que hemos conseguido es transmitir credibilidad. Las alaroneras confían en la sororidad que hemos creado porque saben que apoyamos a nuestras comadres con problemas, les ayudamos a buscar una solución, una salida o simplemente las escuchamos sin juzgar. Algunas mujeres se acercan al grupo, como “puerto seguro”, cuando necesitan apoyo en caso de separaciones traumáticas o situaciones de maltrato, buscando el apoyo sororo y para que las acompañemos en el proceso institucional, pero también cuando tienen ganas de compartir mesa y risas un sábado de mercado. Durante el confinamiento intentamos que ninguna se sintiese desconectada o sola, así que con el poco dinero que teníamos en la asociación se pagaron wifis, tarjetas telefónicas y se prestaron teléfonos. Sin ir mas lejos, yo di clases de alfabetización digital para mujeres mayores, ellas aprendieron habilidades digitales básicas y yo la maravilla de saber que puedes tener 80 años y seguir con ganas de aprender cosas nuevas. Fueron grandes maestras”.
Los caminos del apoyo mutuo son infinitos, está claro, y no sólo son satisfactorios y resolutivos sino que pueden cambiar el mundo. Así lo cree P.F. , que se apropia de la frase “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo” (atribuida a Eduardo Galeano) para sumarla al efecto mariposa (explicación de los fenómenos físicos relacionados con el caos según la cual una pequeña perturbación en un sistema puede tener consecuencias considerables e imprevisibles) y formula su propia afirmación: «El aleteo de las mujeres de un pueblo, bien organizadas, puede crear un terremoto en China”.
¡El corazón también ocupa poco espacio en un cuerpo y mira todo lo que mueve!
P.F. es una de ellas, de esas 40 mujeres que abrazan el feminismo en Alaró de manera organizada, alegre y cotidiana. “En Alaró somos unos 5.000 habitantes (redondeando la cifra), por tanto representamos el 0,8%. Si aplicáramos esta proporción a los habitantes de Palma estaríamos hablando de una asociación feminista capaz de reunir a 4.000 mujeres. Así que somos muchas. Además, ¡el corazón también ocupa poco espacio en un cuerpo y mira todo lo que mueve!”.
En la boca de P.F. las palabras “Mucho» y “poco” se vuelven relativas, juguetonas y cercanas al caos. Por ejemplo “Le dedico mucho tiempo a Dones en Dansa, pero está integrado en mi vida, sería como un tiempo de ocio, me gusta mucho, así que se me pasan las horas volando y termino con la sensación de que he estado menos tiempo del que necesitaba o deseaba”.
Otro ejemplo: “Siempre somos las suficientes, porque cuando hay que sacar adelante cada una sabe lo que tiene que hacer. Es una maravilla. Pensar una idea y saber que tienes personas a tu alrededor que van a querer y saber llevarla a cabo, es un lujo. A una se le da bien plasmar la idea, a otra organizarla, las que son muy prácticas y lo ejecutan. Otras traen las sillas de su casa para ponerla en la plaza. Aparece la escalera que necesitas. Las más mayores aportan estrategias… Yo no sé hacer ni un punto de ganchillo, Yo soy mucho de parir ideas pero de repente la creatividad se expande, la idea crece, se hace mejor y con un puñado hacemos mucho”.
El truco para convertir lo poco en mucho
P.F. puede dar, al menos, una pista: formar parte de un equipo cuyo trabajo se realice de forma no piramidal, es decir, fuera de los cánones del poder patriarcal, al margen del coercitivo y unilateral.
A estas alturas a nadie extrañaría que el lugar en el que P.F. quisiera situar su flor, símbolo de la gratitud, fuera en Dones en Dansa, por lo vivido y por lo que sigue sucediendo. Por ejemplo, aquel festival que fue el pistoletazo de salida en el año 2014 se ha seguido organizando cada año, incluso durante el confinamiento. Porque lo que hicieron en esta ocasión fue convertirlo en el encuentro que siempre fue, pero más íntimo y de forma virtual. Leyeron poemas, hablaron de cómo se encontraban, compartieron el mensaje de las artistas que habían venido en otras ediciones y que las recordaban en la distancia… De este modo conectaron con que quizá otra dimensión era necesaria, que en el del 2021 el encuentro podría estar “a medio camino entre lo privado y lo público”, porque ambos mundos necesitan crecer juntos.
Feminismo de Poble
Sin embargo, la flor la sitúa en un espacio más específico: en la revista de la asociación: «Feminismo de Poble” que hasta han publicado en papel y en digital, y que tras el confinamiento pretenden potenciar su presencia en redes. Sitúa allí la flor porque la revista expresa esa sororidad que identifica a la asociación, “una forma de vivir el feminismo que en la práctica implica dejar a un lado lo de competir, juzgar, etc para ponernos a crear, para acuerparmos más allá del feminismo teórico”.
Cuando llega el momento de plantear cuál es el umbral que querría atravesar, P.F. ríe, porque es una “coleccionista de pies, me descalzo en un sitio que me gusta y me hago la foto. Me gustan mucho los pies, con ellos nos conectamos con la tierra”, así que puede elegir entre múltiples imágenes cuál sería aquella que representaría el agradecimiento activo. “Me gustaría que se dejara de hablar desde el privilegio y la condescendencia para conectar con el agradecimiento”. “Es importante ser conscientes de nuestros privilegios, que nos vienen dados, pero es clave que dejemos de centrarnos en lo que nos falta y no en lo que tenemos. No se trata tanto de renunciar al privilegio como de compartirlo, ser consciente y agradecida por lo que te ha otorgado, dejar la queja a un lado y protestar lo que haga falta para mejorar las condiciones de todas, pero desde ahí”.
Cómo formar parte de este jardín
Si quisieras mostrar tu gratitud a alguna entidad, iniciativa, plataforma, asociación… situada en Mallorca por su forma de cuidar el bien común, asómate a la página en facebook La mar de abrazos. Punto de Encuentro. Allí podrás plantear dónde te gustaría sembrar una flor de gratitud y por qué.
Esta iniciativa contribuye a transformar nuestra imagen del mundo. El planeta necesita ser contado de manera saludable. Cultivemos el relato de ese futuro en el que queremos habitar.
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