“Normalmente no te das cuenta de la cantidad de gente que ayuda a otra de forma espontánea, sin estar en el seno de organizaciones. Los encuentras en la calle, al frente de iniciativas maravillosas; simplemente te enteras de que un vecino que ayuda a una señora mayor a hacer la compra desde hace años, que otro que visita enfermos sin que nadie le empuje a hacerlo…. Pero te parecen casos aislados, excepcionales. Hasta que llega el día en que te das cuenta que ese es el origen de la red”. LL.E. comienza así a reflexionar sobre la gratitud. En ese orden del mundo en el que unas personas obedecen al impulso de apoyar a otras no existen los códigos de heroicidad, funciona al margen de los reconocimientos, “¿pero por qué sentimos que ni siquiera merecemos gratitud?”.
Y mientras da vueltas a este concepto, contempla la evolución de la Associació Balear d’Esclerosi Múltiple (ABDEM), donde ha estado colaborando desde casi su creación. “Al principio éramos gente afectada y familiares con voluntad de hacer cosas y conseguir servicios. A medida que han pasado los años y se ha incrementado la gestión, nuestras iniciativas se han profesionalizado y, aunque es evidente que hemos ganado en reconocimiento social, medios, etc, se ha perdido cierto rasgo de humanidad. Ese impulso combativo del grupo de afectados que luchábamos porque se reconociera nuestra realidad, esas necesidades personales que no terminan de fructificar porque se pierden en burocracias, normas, encuentros profesionalizados… apenas palpita. Nos hemos vuelto impecables gestores de servicios”.
El reto de experimentar qué significa «formar parte»
Ll.E. ha pasado por todas las fases que una organización vinculada con el bien común ofrece a las personas implicadas. Su trayectoria es todo un proceso de aprendizaje que merece la pena observar porque da una pista sobre qué significa “formar parte”.
Entró en la fundación sintiendo que el diagnóstico apenas le implicaba, como si la esclerosis le sucediera “a los otros” y que la apelaba casi de manera anecdótica. Desde ese lugar centró sus energías en debatir sobre si se organizaban como fundación, como asociación, el reconocimiento como colectivo ante la administración, etc.. Después llegó la necesidad de tomar aire, de buscar otros espacios vitales y mentales que le permitieran implicarse… desde fuera: “Me hice voluntaria en un centro de día de salud mental para jóvenes que está cerca de la sede (GIRA-SOL). Estuvo muy bien porque es un subidón de vida, vivir de cerca otras identidades te permite salir del eterno eje, la esclerosis múltiple. Después pasé unos meses junto a Médicos del Mundo, colaboré con diferentes iniciativas de Son Gotleu (mi hermana es trabajadora social)… un día mi pareja y yo nos hicimos voluntarias en un centro de menores con hijos. Los fines de semana venían algunas niñas a casa con sus bebés. El problema es cuando cumplen 18 años, porque comienza la presión de la Administración de que si no encuentran trabajo les quitarán a su hijo/a. Esto es lo que le sucedió a una de esas niñas que pasaban los fines de semana en casa. Le ofrecimos nuestro hogar mientras buscaban una solución y llevan 3 años y medio. Estamos encantadas, el niño ha cumplido ya 4 años…”
El “afuera” y el “adentro”, pues, volvieron a jugar con Ll.E. Todo es poroso, por lo visto. Pero una cosa es asomarte a los conflictos desde fuera y con buena intención (el voluntariado), incluso abrazar realidades que te parecen ajenas y darte cuenta que también te apelan, y otra darte cuenta que formas parte del problema y de la solución, que lo tuyo ni siquiera es una opción, que no hay vuelta atrás. En este itinerario su cuerpo y su consciencia iban co-evolucionando. Una y otra vez se producían pequeños despertares que restaban brillo a la “profesionalización” de la cooperación.
La profesionalización y la institucionalización del cuidado suelen ser nubes grises
“Hay barrios, colectivos, en los que todo está muy organizado por entidades dirigidas por profesionales cuya implicación está muy vinculada con el trabajo. Y hay que reconocer su función, pero en paralelo existe un movimiento vecinal superpotente sin entidades que le respalden y seres humanos que crean realidades. Recuerdo en mi tiempo de voluntariado que en Sa Guerrería había una tienda de comestibles regentada un hombre mayor y su mujer, que era un punto de encuentro. Realizaban el mejor trabajo social del barrio en aquella tiendita. En la calle están pasando cosas que no sabemos, cuyo impacto es tan bueno o mayor que el de esas entidades nacidas en los años del Estado del bienestar que suelen dar soluciones desde fuera. El confinamiento lo ha hecho evidente. Estoy convencida que esto es lo que ahora tendrá que mover el mundo”.
A esta conclusión llega desde el nuevo lugar en el que hoy sigue estando comprometida con la vida. “Ahora me peleo sobre si la cafetera está más fuerte o no, si el papel está lejos o cerca”. En estos momentos Ll.E. participa del compromiso desde un lado más cálido, ese en el que todo es tacto, respiración, miradas, palabras de aliento, humor, compañía… consciencia. “A nivel humano, dentro de ABDEM se respira muy buena atmósfera y mira que hay gente que está muy mal. Yo voy en silla de ruedas, pero tengo compañeros que están mucho peor y siempre hay muy buen ambiente. ¡O igual es que los que salimos de casa y vamos al centro somos un tipo de personas positivas y los que se quedan en casa pues… pobres por ellos y sus familiares! El caso es que hay mucha gente entrando y saliendo y te paras por el pasillo a hablar y esa persona te escucha y te saca una sonrisa… Te reconforta constatar que los seres humanos son buenos. Estoy muy contenta de estar en un grupo así. Podría haber muy mal rollo porque hay situaciones muy duras pero no, siempre hay una sonrisa para un compañero. Tenemos mucha capacidad de reírnos de nosotr@s mism@s. Cuando tienes una enfermedad degenerativa y te puedes reír del otro porque sabes que se reirá de ti mañana es liberador. Y es ahí cuando surge ese compromiso original del que hablaba al principio. Comentas “el autobús no está adaptado” y hay alguien que ya ha vivido la experiencia y te dice “no te preocupes, llama aquí…” y eso te hace pensar que somos capaces de hacer un mundo mejor simplemente porque te percibes de otro modo, desde otro lugar, lejos de un orden del mundo alejado de la vida”.
Una flor de gratitud para las menores con hijos
A pesar de todos los vínculos que mantiene con ABDEM, a la hora de sembrar una flor de gratitud en el mapa de #LaMarDeAbrazos, Ll.E. pregunta a su corazón y esto es lo que escucha: “El corazón me pide que siembre la flor en un sitio que tiene que ver con las menores que hemos conocido durante este tiempo, porque se merecen tener un lugar en el mundo. Viven machacadas, después de todo lo que han vivido como menores, víctimas de múltiples abusos, la sociedad las sigue considerando culpables. Son niñas que han sufrido mucho. Por eso siembro esta flor en el centro de atención de menores de Palma y concretamente en uno de los pisos en los que viven durante unos años”.
Algunos de los padres de las criaturas tienen órdenes de alejamiento, por eso a la hora de situar la flor en el mapa elige uno de los pisos de acogida que la fundación Amaranta ha puesto a disposición de estas madres menores de edad y gestantes en situaciones de vulnerabilidad o riesgo social. Para preservar su seguridad, sitúa la flor en otro lugar: el Conservatori Professional de Música i Dansa de Mallorca, porque la música es un lenguaje universal, no entiende de clases sociales, creencias, géneros, etc.
A la hora de preguntarle por el umbral que le gustaría que la humanidad atravesara para hacer de este mundo un lugar más amable, más equilibrado y alegre, Ll.E. propone que algo que parece sencillo: “Que el mundo sea capaz de aceptar a la gente como es”.
Tú también puedes formar parte
Si quisieras mostrar tu gratitud a alguna entidad, iniciativa, plataforma, asociación… situada en Mallorca por su forma de cuidar el bien común, asómate a la página en facebook La mar de abrazos. Punto de Encuentro. Allí podrás plantear dónde te gustaría sembrar una flor de gratitud y por qué.
Esta iniciativa contribuye a transformar nuestra imagen del mundo. El planeta necesita ser contado de manera saludable. Cultivemos el relato de ese futuro en el que queremos habitar.
#LaMarDeAbrazos
#MallorcaEnElJardín
#Gratitud